18 de abril de 2024

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Los bañeros más locos del mundo: una trascendencia que se mantiene hasta el día de hoy

“Fue pensada para divertir a los chicos”, dijo Emilio Disi, pero se convirtió en una de las películas más populares de la industria nacional. ¿A qué se debe su trascendencia? El recuerdo de sus protagonistas:

“Los que trabajamos ahí fuimos los primeros sorprendidos por todo lo que generó”. El 5 de febrero de 1987, se estrenaba la película argentina “Los bañeros más locos del mundo”, protagonizada por Emilio Disi, Alberto Fernández de Rosa, Berugo Carámbula, Gino Renni, Mónica Gonzaga, Adrián Martel y Jorge Montejo. Logró una popularidad que pocos largometrajes de la industria nacional alcanzaron y una trascendencia que se mantiene hasta el día de hoy.

Los bañeros más locos del mundo

La historia transcurre en Mar del Plata, cuando la Brigada Explosiva viaja de vacaciones. Pero sus integrantes rápidamente se quedan sin dinero y deciden trabajar como bañeros para juntar fondos. Nunca se imaginaron que enfrentarían a una banda que intenta desvalijar el casino. Con los efectos especiales acordes a la época, nadie duda del mérito de los actores y sus increíbles genialidades.

“Fue una película de culto, pero ninguno de los que la hicimos sabemos por qué se convirtió en lo que se convirtió. La hicimos para divertir a los chicos, algo infantil, y nunca se nos pasó por la cabeza todo lo que sucedería después”, comentaba hace algunos años Emilio Disi, intentando explicar el fenómeno del lagrometraje, que en 2014 fue remasterizada digitalmente. Mónica Gonzaga le da la derecha: “Cuando estás arriba no te das cuenta de nada. Después, una vez que hay otros arriba y vos no laburás o lo hacés poco, te das cuenta de lo que era”.

De todas formas, el reconocido actor, fallecido en marzo de 2018, intentaba en diálogo con Infobae en su momento desentrañar los misterios de la película y desarrolla una hipótesis sobre los motivos de su relevancia, que la convirtieron en un verdadero hito impensado del cine nacional: “Creo que para el momento en el que se estrenó 'Los bañeros más locos del mundo' se hacían dos películas al año: una para las vacaciones de invierno y otra para las de verano. Una era con Porcel y Olmedo; y la otra la hacía Juan Carlos Calabró. Me parece que el 'shock' que generó fue que nosotros éramos muy jóvenes. La motivación influyó para que fuera todo un suceso”.

La juventud, las ganas de trabajar y el humor con el que encararon la filmación del largometraje fueron las claves del éxito, o por lo menos así lo ve Gonzaga: “Fue por la frescura y la forma de hacer la película, riéndonos y divirtiéndonos de verdad”. Y agrega: “Hoy ya no es así, está todo mucho más profesionalizado. Nosotros hicimos tomas en todos lados: en el casino, en la playa, en las casas. La verdad era genial”.

“Es increíble. Hay gente que me dice 'yo miré la película siete veces' y me recuerdan de ahí. Al cine iba mucha gente, no es como ahora que meten 500 personas y es un festín, antes era un millón y medio. Después la película se vio mucho en DVD”, recuerda con felicidad la actriz.

Como si hubiese sido ayer

Los actores no tienen que hacer mucho esfuerzo para recordar los días de grabación de Los bañeros más locos del mundo, a pesar de las más de tres décadas que quedaron en el camino. “Se filmó en noviembre, hacía mucho calor. Íbamos todos a Mar del Plata y filmábamos: era matarnos de risa de la mañana a la noche. La pasábamos brutal. A la noche siempre salíamos a comer”, cuenta Gonzaga.

“Hasta el día de hoy tengo relación con Gino. De vez en cuando nos encontramos en algún estreno. Berugo lamentablemente ya no está. Más allá del los actor era un maravilloso ser humano. Hay pocos tipos tan derechos y honestos como él”, agregaba Disi, sobre su colega fallecido en 2015. Por su parte Gino falleció en agosto de 2021.

Los rudimentarios efectos especiales de la época, muy lejanos a las tecnologías actuales, no fueron un impedimento para rodar una película que quedará en la memoria de muchos… Principalmente en la de Gonzaga: “En una escena teníamos que correr y tirarnos en la arena porque iba a haber una explosión. Lo hacíamos en una sola toma, imaginate. Entonces corrimos, nos tiramos y de repente explota una bomba que casi nos deja sordos. Terminamos todos bañados en arena, ¡casi nos mata! También me acuerdo del tiburoncito, ¡era más trucho…! Era de plástico: le pegábamos, se hundía y no salía más”.

El tiempo pasa y la realidad es otra, pero el éxito que tuvo la película no va a cambiar nunca. Ni el recuerdo de quienes le dieron vida.

Por Pablo Riggio para Infobae